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CUARTO DE PLANA

CAMPAÑAS NEGRAS

POR: Héctor Ramos

Jueves 29 de febrero, 2024

Las campañas negras se adelantaron: en las últimas dos semanas, o tres, pero no entre candidatos y candidatas a un cargo de representación popular, sino en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador a quien, de forma masiva en redes sociales, se difundió la cantaleta de Narco presidente, más de 200 millones de vistas, a la que le entraron los medios convencionales con sus periodistas a modo.

La única idea, como lo hemos sostenido es bajar la alta preferencia por Claudia Sheinbaum, aunque ello signifique millones de pesos invertidos por los grandes potentados del oscurantismo en México.

Todo parte de dos “reportajes”, sobre una acusación sin pruebas, de que la campaña de AMLO recibió dinero ilegal en 2018, cuyos datos obtenidos salen casualmente de la DEA, con el que se intenta una táctica de desprestigio político, sustentado en narrativas mediáticas para dañar la figura presidencial.

Con cierta habilidad, López Obrador leyó públicamente una carta de Natalie Kitroeff del New York Times, enviada a su vocero Jesús Ramírez, donde solicitaba respuesta a un cuestionario referente a la “investigación periodística, incluyendo el teléfono de la corresponsal, que hasta ahora no se sabe si es un número institucional del medio o el teléfono particular de la periodista.

La respuesta pública de López Obrador al cuestionario, además de reflejar transparencia frente a estrategias de difamación, destaca las maniobras políticas en un contexto donde la calumnia se convierte en herramienta de guerra.

Luego de que se dio la difusión del número telefónico, que insisto no se sabe si es el del medio o particular de la periodista, se desató toda una campaña negra para tratar de involucrar, aunque sea de manera digital y periodística, a AMLO con el narco. 

Una calumnia en la que se etiqueta también a los hijos del primer mandatario sin deberla ni temerla.

La libertad de expresión permitida en esta administración, los mafiosos del ente económico y periodístico la han convertido en un exceso vil; los que ayer callaban, hoy se dan el lujo a insultar al presidente en nombre de esta.

Bajo el discurso de la libertad de expresión quienes calumnian se dicen ahora perseguidos, apenas ayer el economista, Carlos Loret de Mola, decía con un tono retador y sabedor de montajes y campañas negras: “no me van a doblar, por más presiones que quieran ejercer vamos a seguir ejerciendo la libertad de expresión al costo que sea”. Lo dijo a la entrada y a la salida de un juzgado del tribunal de la CDMX, donde compareció señalado en una demanda civil por Pio, hermano del presidente, a quien “evidenció” en un video recibiendo “dinero en sobres amarillos” y que era “para la campaña de López Obrador”. Si se comprueba o no ese supuesto acto pues que se sancione a uno o a otro, pero insisto, que tiene que ver la libertad de expresión con la calumnia. En última instancia como se diría en el argot de la abogacía: que el que afirma está obligado a probar su acción.

Con López Obrador no se ve que puedan, si le quitarán algunas plumas a su gallo, pero el próximo objetivo a calumniar es a Claudia Sheinbaum, a quien ya le buscaron hasta por debajo de las piedras los estrategas ultraderechistas del país y del extranjero.

No saben que el pueblo ya no les cree.

–oo00oo–

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