El “innovador” dispositivo (Apple Vision Pro) se convierte en un fenómeno viral, generando una variedad de reacciones.
La semana pasada, los videos de personas estrenando las Vision Pro, las nuevas gafas de realidad virtual de Apple, se volvieron virales en internet, captando la atención global. La emoción es comprensible dado el fenómeno viral que representa: Apple es conocida por su capacidad de impacto y los videos muestran una apariencia genuinamente revolucionaria. Realmente parece que estamos al borde de una revolución tecnológica. Todos los programas informativos destacaron estos días el lanzamiento de estas gafas innovadoras.
Realmente, no es para tanto…
Antes que Apple, otras empresas como HTC, Sony y por supuesto Meta (lo que demuestra el grado de implicación de empresas como Facebook con el Metaverso, como evidencia su cambio de nombre) ya incursionaron en el ámbito de la realidad virtual. Sin embargo, ninguna ha tenido un éxito notable. Para ponerlo en perspectiva, entre 2020 y 2024, la división de Realidad Virtual de Meta registró pérdidas por valor de 42.000 millones de dólares. Para entender mejor la situación, en la presentación de resultados del último trimestre de 2023, la empresa celebró haber perdido 4.500 millones de dólares en esa división.
Claro está que esto solo lo pueden permitirse empresas como Meta, que se encuentra entre las diez más valiosas del mundo, o ahora Apple, que además no espera una gran afluencia de público hacia unas gafas que cuestan 3.500 dólares. A pesar de todo, Apple merece cierto reconocimiento por su enfoque revolucionario, aunque no tanto por su tecnología como por la filosofía que respalda su nuevo dispositivo.
La estrategia de Apple se centra más en la realidad mixta que en la realidad virtual en sí. A diferencia de Meta y otros dispositivos anteriores, que nos transportaban principalmente a universos virtuales mientras estábamos en casa, Apple busca que nos movamos, salgamos a la calle y interactuemos con el mundo utilizando unas gafas diseñadas para mejorar la realidad. Su enfoque no es tanto permitirte tener reuniones de trabajo desde el sofá, sino que al acercarte a un restaurante, por ejemplo, se despliegue una ventana emergente con información útil como puntuaciones, ofertas o menús.
En cuanto a los videojuegos, no podemos pasar por alto el impacto del universo virtual. Valve ha sido criticado por su decisión de no permitir que su Half Life: Alyx, considerado el mejor juego en 3D creado hasta ahora, interactúe con el resto del mundo. Sin embargo, más allá de Alyx, la Realidad Virtual nos ha sorprendido recientemente con dos grandes lanzamientos: Asgarth’s Wrath II y Assassins Creed Nexus. El primero, lanzado en diciembre, es una aventura de fantasía medieval llena de magia, con una trama sólida y una profundidad notable, que se posiciona como uno de los mejores juegos creados para esta tecnología. El segundo, la adaptación tridimensional del universo Assassin’s Creed, ofrece una recreación impresionante de las experiencias de la saga. Aunque breve, es intenso y logrado en muchos aspectos, desde el combate hasta el parkour y la recreación de espacios y ciudades. Estos juegos marcan el camino a seguir para el sector, ya que lo que triunfe en los videojuegos probablemente triunfará en otros ámbitos digitales y, eventualmente, en la vida real.
Es cierto que las gafas de realidad virtual aún deben mejorar como producto, especialmente en términos de reducir mareos, peso y molestias para los ojos y la nariz. Deben volverse más autónomas y funcionales, en resumen, más cómodas, ya que en su estado actual no lo son. Sin embargo, aquellos que las prueban rápidamente se dan cuenta del potencial transformador que poseen.
