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LOS MURALES DE DIEGO RIVERA Y LA PRESENCIA MAGISTERIAL

POR:José Sobrevilla

Lunes 6 de noviembre, 2023

La experiencia de apreciar los murales de Diego Rivera pintados en las instalaciones de la Secretaría de Educación Pública, SEP, es algo que se guarda como una vivencia única, que todos los mexicanos deberíamos vivir y atesorar como cosa irrepetible para valorar la historia y desarrollo del país. Ellos, son reflejo -entre otras cosas- de una cruzada educativa registrada en nuestra nación, para acabar con las diferencias sociales después de la Revolución. Diariamente varios guías en diversos idiomas dan recorridos a extranjeros que quieren conocer las maravillas grabadas en los muros y que son parte del patrimonio histórico del país.

Diego Rivera sin duda tenía claro la trascendencia de la encomienda otorgada por el titular de la SEP don José Vasconcelos Calderón. Por ello, se llevó en la creación de los más de 200 murales, únicamente cinco años (1923-1928) y los realizó con la técnica llamada Buon Fresco, que es con la que Miguel Ángel pintó la Capilla Sixtina en el Vaticano, y que garantiza el mayor tiempo de vida de la obra y que su desarrollo exige gran experiencia y trabajo del artista. 

Sin buscar aburrirlos con la explicación, solo les voy decir que ésta es una técnica italiana que data de antes de Cristo y cuyos vestigios han sido encontrados en la antigua Roma: Pompeya y Vitrubio, pero también en algunos pueblos mayas y otras culturas de nuestra América. Consiste básicamente en aplicar pintura, pigmentos minerales, sobre yeso húmedo o fresco y que se utilizaba comúnmente durante el Renacimiento en Italia. Sin embargo, no todos los colores se podían utilizar, sino únicamente los que reaccionaban positivamente a los efectos de la cal. Los artistas aplicaban pigmentos de colores sobre una superficie de yeso húmedo, lo que permitía que se fusionaran con el yeso a medida que este se secaba, dando como resultado una obra de arte resistente y duradera al paso del tiempo.

Obvia decir que esta técnica tiene que ser ejecutada en jornadas de ocho horas de trabajo, porque, para secar, la cal tiene un periodo de 24 horas y después de ello no admite aplicación de más pigmentos. Originalmente lleva tres capas: la primera, trulisatio, debe colocarse directamente sobre el muro; la segunda es arrisiato y la tercera y última es intonaco. Por ello algunos acabados, cuando eran realizados en seco, tenían un menor periodo de vida y el artista era considerado un mal pintor. Fue el caso de ‘La última cena’ de Leonardo Da Vinci que fue terminada al seco porque era una obra que él había abandonado y posteriormente fue obligado a terminarla.

Muchas cosas podrán decirse de los murales de Diego Rivera en la SEP, desde los personajes de la época pintados en ellas, sus filias y fobias políticas y culturales, nuestras tradiciones, sus críticas a la sociedad de su momento, principalmente los burgueses, etcétera; sin embargo, para esta entrega nos centraremos en la obra-emblema que llamó “La maestra rural” y que se encuentra en la planta baja del llamado ‘Patio del trabajo’.

         En relación con el trabajo magisterial, en 1932, posterior a los murales de la SEP, Diego Rivera volvió a pintar un mural titulado “La Maestra Rural” y que se encuentra en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. Ahí, el artista muestra a una maestra rural enseñando a niños campesinos y que -como los anteriores- era un homenaje a la labor educativa en zonas marginales, destacando la importancia de la educación y el papel vital de los maestros en aquellas comunidades. Este trabajo es reconocido por su representación de la educación como pilar fundamental en la sociedad mexicana.

         En este tipo de murales, Rivera plasmaba, por lo general, las misiones culturales y el proyecto educativo de José Vasconcelos que consistía en llevar educación a los más necesitados, para lo que había asignado maestros a regiones lejanas y dotando de libros a las comunidades campesinas. En el edificio de la calle de República de Argentina # 28, Diego Rivera pintó los muros de los corredores, cubos de escaleras de elevadores, que enmarcan el primer patio o Patio del Trabajo y el segundo patio o Patio de las fiestas, cuya entrada está por la calle de Brasil (No. 31) en sus tres niveles: planta baja, primer y segundo pisos. “Son 36 mil metros cuadrados, 68 de toda la manzana completa y 3 mil metros cuadrados de pura obra”, según nos ilustró Elvira López, nuestra guía de la SEP.

         Durante la década de 1920, el filósofo, político y escritor José Vasconcelos, jugó un papel crucial en la educación de México con su cruzada por la educación, cuya intención era reformar y mejorar el sistema educativo mexicano y que lo convirtió en el primer ministro de Educación en México después de la Revolución Mexicana. Durante su mandato inició una serie de reformas para mejorar el sistema magisterial, principalmente proporcionando una educación gratuita y universal para todos los mexicanos. Para él, la educación era un medio para promover la identidad nacional y la unidad, por eso implementó una serie de políticas y programas destinados a promover la cultura y la historia del país en las escuelas. Por ejemplo, promovió el uso de murales como una forma de educación visual y contrató a varios artistas famosos para pintar murales en edificios públicos.

         También propició la educación rural y la alfabetización, creando misiones culturales con grupos de maestros que viajaban a áreas rurales para enseñar a las personas a leer y escribir, y crearles conciencia de la historia y cultura mexicanas. La cruzada por la educación de Vasconcelos tuvo un impacto significativo en México y dejó un legado duradero que, aunque enfrentó desafíos y críticas, su visión de una educación accesible e inclusiva ha influido en las políticas educativas de México hasta el día de hoy.

         Ejemplo notable sería su mural “La educación del pueblo”, ubicado en Palacio Nacional donde una maestra rural se encuentra al centro del cuadro, rodeada de niños que atentamente la escuchan. La maestra sostiene un libro abierto, símbolo del conocimiento y la educación. Otro es “La maestra rural”, donde Rivera retrata a una profesora enseñando a los niños en un entorno rural. Las obras de Rivera que presentan a las mentoras en las comunidades mexicanas más alejadas, son un testimonio de su compromiso con la representación de los trabajadores y los desfavorecidos en su arte. 

         Representaciones que también reflejaban la visión política y social de Rivera. Como miembro del Partido Comunista Mexicano, PCM, él creía en la igualdad y en la educación como medio para alcanzarla; por ello las maestras rurales en sus obras simbolizan este ideal, ya que son ellas las que llevan la educación a las áreas más desfavorecidas del país.

        

El pintor diego Rivera.

En el mural de ‘La maestra Rural’ en la planta baja de la SEP, en el Patio del trabajo, nos destaca la guía que, para la maestra pintada, Diego Rivera utilizó como modelo a Luz Jiménez, una maestra nacida a finales del siglo XIX en lo que es hoy la alcaldía de Milpa Alta; una mujer nahua, escritora, modelo y promotora del náhuatl, cuyo nombre completo era Julia Jiménez González. 

         Julia, mejor reconocida como “Luz”, ya que por protección sustituyó su nombre a ‘Luciana’, ‘Lucha’, ‘Juliana’ y ‘Luz’; había cursado los primeros años de su educación básica en la Escuela Concepción Arenal hasta que empezó la Revolución. ‘Fue en esas aulas donde nació su sueño de ser maestra’, según relatan a El Universal Ruth Gómez y Carlos Villasana en entrevista con el cronista Luis Gutiérrez.

         Fue modelo para murales como “La Malinche” pintado en 1926 por José Clemente Orozco al interior del Antiguo Colegio de San Ildefonso; y para innumerables murales de Diego Rivera al interior de la Secretaría de Educación Pública como: “La mecanización del campo” (1924), “Día de Muertos” (1923-1924), “Alfareros” (1923) o “La maestra rural” en ese mismo año. También fue pintada en 1924 por su alumno de náhuatl y cultura Azteca Jean Charlot (Louis Henri Jean Charlot), quien había llegado a México desde parís -con su madre- a los 23 años, e hizo gran amistad con Nahui Olin (María del Carmen Mondragón Valseca), Pablo O’Higgins, Tina Modotti, Anita Brenner y Diego Rivera.

Pintores como Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas y Fernando Leal convencieron a Luz para que posara en la Escuela al Aire Libre de Chimalistac y luego en la de Coyoacán, lugares donde conoció a los muralistas Jean Charlot, Diego Rivera y José Clemente Orozco, lo que cambió su vida.

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