CUARTO DE PLANA
HÉCTOR RAMOS
A lo largo de la carrera periodística en medios electrónicos nacionales, la cobertura de mítines, marchas y huelgas, han sido muchas, y no pocas, donde terminaban con represión por parte de las fuerzas armadas que salían como recurso, casi todas de las veces planeado desde el gobierno en turno, para calmar los ánimos de los asistentes.
Las causas, las consignas y hasta los convocantes no eran los que vemos hoy en las calles, ni mucho menos con la libertad para expresarse, incluyendo las agresiones a los mirones, periodistas y policías o la violencia que se utiliza para dañar monumentos, aparadores, puertas o ventanales, sin la intervención de la policía.
La diferencia es muy marcada porque no todas son convocadas por movimientos sociales, campesinos o populares, empezando porque antes, las marchas de protesta en los tiempos Carlos Salinas, eran básicamente por motivos políticos, donde el partido hegemónico, el PRI y su gobierno, no dejaban ni cedían espacios a la oposición en las cámaras legislativas, pero tampoco en los gobiernos estatales que originó una lucha política por la concentración de poder y con ello la desaparición y muerte de los opositores.
Se vivía una crisis política por la ilegitimidad presidencial de Salinas, lo que provocó que la izquierda concentrada en el entonces PRD, saliera a las calles para pedir justicia ante la cada vez más frecuente muerte de sus militantes en el país, que al terminar el sexenio se contabilizaron más de 500.
Con Ernesto Zedillo, una protesta campesina terminó con una masacre a 17 campesinos de la Organización Campesinas Sierra del Sur, en Aguas Blancas, Guerrero, por la policía municipal y estatal cuando se dirigían a Coyuca de Benítez, para exigir la presentación con vida de uno de sus compañeros que había sido detenido.
En el gobierno de Vicente Fox, muy al inicio de su mandato, en 2001, anunció la construcción de una nueva terminal aérea en la zona de Texcoco, por lo que se emitió un decreto para expropiar 5,391 hectáreas que abarcaban los municipios de San Salvador Atenco, Texcoco y Chimalhuacán, lo que afectaría a más de 4,000 familias.
Armados con machetes y palos, los ejidatarios de Atenco, realizaron diversas protestas en la ciudad de México, logrando, en agosto de 2002, que el gobierno federal anunciara la cancelación del proyecto, no sin antes haber sido reprimidos de una manera brutal por la fuerza pública, inclusive con la violación a varias mujeres.
Calderón declaró una guerra abierta contra el narco, cuyos daños colaterales, dejaron 121,613 homicidios del 2007 al 2012 según cifras del INEGI, y cuando menos 40 mil desparecidos, un sexenio donde la protesta social se mantuvo prácticamente los seis años.
Peña Nieto cerró su sexenio con una profunda crisis de violencia al continuar la guerra contra el narco, a la que se sumó la constante violación a los derechos humanos, que se acrecentó el 26 de septiembre de 2014 con la desaparición forzada de 43 estudiantes de Ayotzinapa, que son recordados año con año con una marcha.
En este sexenio, no se ha presentado ninguna masacre contra el pueblo ni movilización política o social que haya sido reprimida por el gobierno federal a pesar de que has grupos muy identificados, que mezclados en las legítimas protestas, aprovechan para desviar la intención y propósito del movimiento al generar actos de violencia y enfrentar a las fuerzas públicas sin que sean reprimidos, hechos que la parte mediática resalta, dejando de lado el motivo principal de la protesta social.
Las dos últimas marchas, una para “defender” al INE y otra para celebrar los 4 años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador como Presidente, han resultado concurridas y pacíficas, pero que son muy diferentes a las de sexenios pasados donde salían a las calles los más desprotegidos y hoy sale la clase media alta coordinados por los políticos que antes estuvieron en el poder y no hicieron nada por ellos.
Algo está cambiando.
