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DOÑA CATARINA, UN SUI GÉNERIS ÚLTIMO DESEO

Por José Sobrevilla

El viaje se programó en una semana y en esta aventura nos hizo favor de acompañar el periodista Raúl Fraga Juárez, amigo y compañero de mil batallas periodísticas. Se trataba de ir a Misantla, Veracruz, a la comunidad de Ignacio Zaragoza a entrevistar a los hijos de doña Catarina Orduña Pérez quien, a sus hijos habría solicitado, (ya que los políticos −en vida− nunca accedieron a su petición), de que hicieran un monumento a la ‘verga’ (o ‘venuda’ como ella llamaba a la parte masculina); o que cuando muriera, −habría pedido a sus hijos− en su tumba colocaran este monumento.

Para fortuna propia, nuestro anfitrión en Xalapa, el ingeniero Marco Antonio López Camacho, había mantenido por años una gran amistad con nietos e hijos de doña Cata, o ‘Catita’, como cariñosamente la conocieron los pobladores de Ignacio Zaragoza; ella había nacido el 25 de noviembre de 1921, y falleció el 20 de enero de 2021, a pocos días de cumplir los 100 años de edad.

Déjeme contarle que Ignacio Zaragoza (El Chorro) es una localidad del municipio de Misantla, Veracruz, con poco más de 788 habitantes, de los cuales, en 2010, 362 eran hombres y 421 mujeres, y ahí se festeja cada 29 Septiembre a San Miguel Arcángel, y todas las actividades son relacionadas con la iglesia y se llevan a cabo en el área de la iglesia, cita el MX.BLOG [1].

La amistad del ingeniero López Camacho con el priista, ex presidente municipal de Misantla Álvaro Mota Limón, nieto de doña Catarina, sobrino de Arturo e hijo de doña Obdulia Limón Orduña nos ayudó mucho, porque en su casa, ellos, la familia, ya nos esperaba para la entrevista en la que participó también la Dra. Jazmín Mota Limón, hija de doña Obdulia y quien nos dijo que −en vida− jamás se separó de su abuela, doña Catita, a quien llamaba siempre “mamá”.

La salida de la Ciudad de México la hicimos el sábado a las 00.45 am desde la terminal Tapo y, de la llegada a Xalapa, cinco de la mañana, estuvo muy pendiente el Ing. López; después de tomar un café y ponernos al corriente de los acontecimientos en su casa, pasaríamos por el Contador Nuberg, otro gran amigo del grupo, entusiasta de los regionalismos y la historia, y de ahí −poco antes de las 9:00 am−, saldríamos hacia Misantla, por la carretera que atraviesa parte de la imponente Sierra Madre Oriental. Con una deliciosa parada en el camino para desayunar, reanudamos y, al llegar a Misantla, después de una cadena de hermosos paisajes, tuvimos apenas oportunidad de dejar nuestras maletas en el hotel, para inmediatamente partir a la comunidad de Ignacio Zaragoza donde ya nos estaban esperando.

Ubicado a 11.4 kilómetros aproximadamente (en dirección Suroeste) tal vez unos 45 minutos, de la Ciudad de Misantla, el acceso a Ignacio Zaragoza, se encontraba absolutamente descuidado y lleno de vegetación, con caminos mayormente empedrados, lo que nos retrasaba mucho nuestra llegada. Cuando al fin arribamos a la casa de la familia Orduña-Limón, ya nos esperaba Arturo, Obdulia y su hija Jazmín Mota. El calor y la emoción por la oportunidad de la charla, nos traían algo nerviosos y, felizmente, fuimos recibidos con una cerveza helada que −amablemente− nos invitó el Lic. Arturo.

Después de las formalidades, y apostados ya en su sala, iniciamos la plática con las presentaciones de rigor. Doña Obdulia nos reveló que fue la primera hija del segundo matrimonio de su madre con el señor Lorenzo Limón Tinoco, ‘El Negro’. También que, a los 20 años, doña Cata había estado casada con Porfirio Jiménez, con quien había procreado a Feliciano y Porfiria −ya fallecidos−. Y que después de haber enviudado, en un baile conoció a Lorenzo Limón Tinoco −de raíces cubanas−, a quien conocían como ‘El Negro’, y con el que procreó cinco hijos: Obdulia, Julia, Andrés, Isidro y Arturo.

Arturo, quinto de los hijos, nos comentó que no fue fácil tomar la decisión de erigir el monumento que doña Cata había solicitado, primero, a políticos, diputados, candidatos que la buscaban para pedir su apoyo por su ascendencia política en las filas del Partido Revolucionario Institucional.

“No fue fácil, nos dijo Arturo, sabíamos de las repercusiones que podía haber y está habiendo. En la familia somos cuatro los pilares: Álvaro Mota, mi sobrino, Obdulia, mi hermana, Jazmín también hija de mi hermana y yo… lo platicamos y después de consensuarlo tomamos la decisión. Ni modo es un deseo, una última voluntad de mi madre, y vamos a cumplírsela, dijimos. “Con todo respeto, mi mamá no tenía ningún morbo, esa malicia de cuando nombraba la palabra “jerga” con “v”, era gracioso, se sentía… sin embargo, lo decidimos y ahí está”.

En conversación telefónica con el ex presidente municipal de Misantla, nieto de doña Cata, realizada por el ingeniero Marco Antonio López, sinceramente le comentó de una charla con su “mamá” como también le decía… “A ver cabrón, antes de que seas algo o vayas a serlo, quiero que traigas unos bultos de cemento, porque quiero aquí en mi casa hacer una verga grandototota, para que digan “aquí se sentaron los contrarios…” pero esa era su visión, o −me decía− ¿qué tú no eres ‘la verga’?; entonces, a mí me daba pena, porque se la había pedido a −creo− que a Duarte y otros; entonces a mi tocaba ser alcalde y pues ni nos acordamos del tema. Pero pasó el tiempo y una vez que nos estábamos echando ‘una’, le dije: a ver “mamá”, yo quiero que me digas la verdad, ¿de veras querías una ‘riata’ ahí que la pusiéramos o nomás era broma…?

“Nooo, ¡qué chingados!, ¡es en serio…! quiero que cuando me muera me pongas una pero bien hechecita… y me la describía. El epitafio lo quiero así… también que haya mariachis, música, que todos estén bailando, y que yo desde mi tumba los esté viendo…”

– ¿Qué razones motivaron que pidiera ese monumento? Preguntamos a Arturo Limón Orduña

– Mi mamá siempre tuvo un concepto de la vida de alegría, pero también de carácter. Ella decía ¡Hay que tener güevos! (con todo respeto). Hablaba siempre con energía cuando se trataba de hacerlo, y pues… caía bien. Cuando decía “¡es que valen verga!” lo decía con gracia y energía. Siempre mencionaba esa palabra… festejamos el ‘día del maestro’, el ‘día de la madre’, pero por qué jijos de la chingada no festejamos, y hacemos un homenaje a la verga, decía. 

– ¿Cómo vivió usted la decisión de su señora madre? Preguntamos a su hija, Doña Obdulia, quien vestía una elegante blusa roja y, quien atenta, en su sillón, escuchaba la entrevista.

Ella nos comentó que nunca se separó de su madre y que, cuando lo hizo, porque su marido le había puesto una casa, se regresó. “Yo trabajaba de intendente, y regresaba a las ocho de la noche, y ella me estaba esperando con la cena. Me daba mucha tristeza porque decía ‘qué necesidad tiene mi madre de venir caminando de noche hasta allá… y, tomé la decisión y le dije a mi esposo, Álvaro, ‘lo siento mucho, pero yo me voy con mi madre…”

…Ella también crio a mis hijos, Álvaro, Jazmín y mi otra hija; eso porque yo siempre estaba trabajando, cortando café, chapiando… todos los trabajos que ella hizo yo lo repetí… También, a veces, yo la regañaba: ‘mamá, ya no nombres eso’, yo no puedo nombrarlo, no porque me espante, es que tal vez a la gente le cae mal… ¡A mí déjenme decir lo que yo siento! Respondía. 

En el resumen de la historia de Catarina Orduña Pérez, su abuelita y madre, Jazmín Mota reseñó que “a pesar de todas sus limitaciones, su falta de preparación académica, gracias a su perseverancia, tenacidad, buenos ejemplos, y su fe en Dios, su ‘mamá Cata’ había logrado que dos de sus hijos varones estudiaran la secundaria en Martínez de la Torre (Veracruz), y que Andrés e Isidro obtuvieran una carrera y trabajaran en el Banco Internacional de México, y Banrural, y que Arturo obtuviera su licenciatura en Administración de Empresas; sus  hijas, aunque no alcanzaron carrera y decidieron ser amas de casa, siempre contaron con el apoyo, ánimo y perseverancia de su madre: Obdulia hizo su primaria de adulta y obtuvo una plaza en la Secretaría de Educación de Veracruz como personal de apoyo; y Julia se llegó a dedir al comercio en el ingenio de La Concepción…”

Lorenzo Limón Tinoco, segundo matrimonio de doña Cata, la había conquistado básicamente por el baile, coincidieron todos en la reunión-entrevista a pregunta expresa del colega periodista de gran trayectoria Raúl Fraga; también revelaron ahí, que al ‘Negro’ −como le llamaban− había sido un tahúr conocido en la región, a quien su pasión por el jugar de baraja, lo llevaba constantemente a ausentase por largos periodos, mismos en los que doña Catita tenía que ver cómo sacar a sus cinco hijos adelante, ya sea lavando ajeno, haciendo tortillas o trabajando en el campo, chapeando, sembrando o llevando lonche, todo con tal de que sus hijos y nietos salieran adelante.

Cuando caminábamos al cementerio de Ignacio Zaragoza, por sus derruidas calles y casas donde la vegetación desorganizada notoriamente se hacía presente, antes de llegar al panteón que −es justo decirlo− se encuentra bastante abandonado, nuestros anfitriones nos platicaban que gracias a la escultura que pusieran sus hijos en memoria de doña Catita, a pesar de contar, para su instalación, con todos los permisos legales de las autoridades del lugar, muchas personas del pueblo les habían retirado el saludo a la familia y que se decía de que estaban juntando firmas para su retiro. Falsa Moral.

Nuestras vidas requieren de mástiles de navegación que den certeza a nuestros actos de vida de que vamos hacia dónde queremos ir y, dentro del entorno de la navegación de una vela, que es ese palo redondo de madera o metal utilizado en los veleros, pero que, en el figurado sentido, todos requerimos de la certeza de nuestros destinos, Doña Cata le llegó a dar rumbo a su familia y aseguró que todos, en la vida de quienes amaba, en sentido claro, como una voluntad última, con rigor, sus hijos y nietos deberán seguir siendo firmes hacia su destino, y  donde quiera que ella esté, en este sentido, y  para ella, donde quiera que sea, sus detractores, como señala el epitafio que dictó claramente a su querido nieto Álvaro Mota. “Aquí yace la señora Catarina Orduña Pérez,  a quien en vida y muerta, siempre le pelaron la verga”.

En video anexo, la familia nos platica −en viva voz− lo que ha significado asumir la responsabilidad de instaurar una estatua al miembro masculino, ‘la venuda’ como ella la llamaba, así como las partes neurales de sus vidas, sus recuerdos, vivencias, y el valor y entereza de su señora madre, Doña Cata, para dar un sentido a sus vidas y sobre todo el mantener unida a la familia −sobre todo− en los convulsos tiempos que les tocó vivir.

Enlace para ver el video:


[1] http://mx-blog.com/veracruz/misantla/ignacio_zaragoza__el_chorro_ Consultado el 15 de agosto 2022

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