
CUARTO DE PLANA
Héctor Ramos A.
Me decía un buen camarada que hay cosas que seguramente son ciertas pero que no necesariamente tienen que decirse, se refería a la crítica que el presidente Andrés Manuel López Obrador, López para los neoliberales, hizo de la Universidad Nacional Autónoma de México al afirmar que se derechizó al perder prácticamente una posición crítica ante las políticas neoliberales que fueron diseñadas por el Salinismo y seguidas por los presidentes que le sustituyeron hasta Peña Nieto.
Los medios fueron los primeros en cachar esa bola, hablando en términos beisbolísticos, quienes con toda la interpretación que garantiza la profesión del periodismo, lanzaron sus primeras cabezas en los portales como adelanto de lo que leeríamos al otro día: ¡Ataca a la UNAM López Obrador!… ¡Se lanza contra los científicos y ahora contra la UNAM!
Los intelectuales orgánicos y los que se dicen pumas de corazón, pero son neoliberales, plasmaron en sus redes sociales su sentir ante tal “ofensa”, entre ellos el llamado Jefe Diego y Ricardo Anaya; el primero diciendo que atacaba a la máxima casa de estudios, porque lo reprobaron en economía y ciencias sociales, y el segundo que la UNAM “no es suya” y que la debe respetar. Habría que indagar la historia de cada uno de estos simpáticos personajes.
Pero no fueron los únicos encabritados que saltaron como liebres por tal “atrevimiento” del presidente, muchos de ellos compañeros periodistas que supongo ahí estudiaron periodismo, pero tampoco sé si por lo menos se titularon, o compraron su título en la SEP, pero se llaman universitarios.
Pareciera una contradicción, y sí lo es, cuando todos estos personajes públicos y anónimos, se molestan, pero son los mismos que defienden el neoliberalismo, los mismos que en sus twitter y demás redes sociales expresan una pérdida progresiva del pensamiento crítico. No entran al debate ni hacen una autocrítica, pero en cada mensaje que escriben manifiestan subliminalmente su deseo de que los neoliberales regresen a gobernar este país, del cual se sirvieron con la cuchara grande para hacer inmensas fortunas, cuyo monto seguramente nunca sabremos.
Dicen que son apartidistas, que son autónomos, hasta de libre pensamiento, pero no les creo, porque a muchos los conozco; dice Evo Morales, y con mucha razón: “cuando alguien dice soy independiente, soy neutral, siempre está del lado opresor”. Son éstos quienes se la pasan defendiendo al régimen anterior.
La UNAM ha venido perdiendo gradualmente el pensamiento crítico; dónde está la autocrítica, la pluralidad de enseñanza crítica, de grandes pensadores, teóricos liberales, pero también de profesores de ideología liberal. En muchas facultades, no se recurre al uso de la filosofía de la praxis, pensamiento marxista, como método de enseñanza para el proceso de conocimiento y de toma de conciencia.
Hay que decir que en la UNAM los dos últimos rectores, el pasado y el actual, son militantes del PRI; por lo tanto, ser antoja suponer, que la junta de gobierno, que elige a los directores de las distintas facultades, provoca cierto corporativismo alineado a los intereses de rectoría y que no necesariamente va encaminado a formar estudiantes con un pensamiento libre, crítico, autónomo, de izquierda.
La universidad, me parece, está creando estudiantes deseosos de tener una carrera que les dé posición para acceder una vida mejor lucrativamente hablando, alejados de un sentido científico y político con una visión de justicia social. Para eso hay otras universidades de paga, y no en todas, basta acordarse como de la Iberoamericana salió corriendo Peña Nieto y ahí mismo los estudiantes organizados crearon el movimiento Yo Soy 132.
Hoy por eso López Obrador los reta: “Están diciendo, nos ofende el presidente, vamos a marchar en contra del presidente. Yo diría ¡ojalá lo hagan!, aunque sea para marchar en contra de nosotros, pero que hagan algo”. ¡Zas!